febrero 22, 2022
ESTEROS DEL IBERÁ: un sitio RAMSAR en llamas
– Por Pilar Salas y Carmen Maza
Un sitio Ramsar es un humedal designado de importancia internacional bajo la Convención de Ramsar. Esta Convención sobre Humedales es un tratado ambiental intergubernamental establecido en 1971 por la UNESCO, que entró en vigor en 1975 promoviendo el uso racional de los humedales y sus recursos.
Estas zonas húmedas están constituidas por “extensiones de marismas, pantanos o turberas cubiertas de agua, de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”. Su importancia radica en sus reservas de agua, por ser espacios donde se concentra mucha biodiversidad y por ser determinantes en el funcionamiento de los ecosistemas.
El Sitio Ramsar “Lagunas y Esteros del Iberá” ubicado en la provincia de Corrientes tiene un área de 24.550 has, ha sido declarado como tal en el 2002 y es uno de los 23 sitios de estas características en Argentina. La laguna tiene una superficie de 5.500 ha y es una de las más grandes y características del sistema. Constituye un importante núcleo de diversidad biológica.
A nivel provincial, en 1983 se creó la Reserva Natural Iberá, que abarca un área de 1 millón 300 mil hectáreas, coincidente con los límites de la cuenca de los Esteros del Iberá, dentro de la cual se ubican 10 municipios. En 2009 se delimitó el Parque Provincial Iberá que comprende 482.000 ha. de ese territorio. El trabajo con sus pobladores, muchos de los cuales son hoy sus guarda-parques provinciales, y con las comunidades permitió el inicio de actividades turísticas.
En 2018 se creó el Parque Nacional Iberá, área natural protegida, que tiene una extensión de 183.500 ha. El Iberá es para Corrientes un emblema de identidad. Diversos equipos de investigación trabajan en el estudio de su fauna, su flora y su patrimonio cultural. En los últimos años se han reintroducido especies que se habían extinguido, como el oso hormiguero y el yaguareté.
El patrimonio natural y cultural: la necesidad de una visión conjunta
Esta zona geográfica, a principios de la colonización, fue considerada inhabitable justamente por la presencia de esteros y bañados. Fue con la llegada de los jesuitas que en sus alrededores comenzaron a producirse asentamientos humanos.
Santo Tomé es uno de los 30 pueblos de las la Misiones Jesuíticas Guaraníes que integraron la provincia del Tapé –en la provincia hay otros tres-, junto a Paraguay y sur de Brasil. Además tenían un sistema de estancias, puestos y capillas que se extendían por un vasto territorio, mucho del cual está hoy afectado por el fuego.
Algunos de estos pueblos, como Loreto y San Miguel, son resultado de la migración de los guaraníes luego de la expulsión de los jesuitas en 1767, debido al asedio de los bandeirantes. En la actualidad hay poblados como, por ejemplo, Concepción del Yaguareté Corá, que fueron declarados “pueblos auténticos” por su valor simbólico y patrimonial.
Y es en este contexto que se vuelve oportuno recordar las Resoluciones de la Mesa Redonda de Santiago de Chile y su propuesta de pensar en un museo integral y que hoy debemos ampliar ese concepto a una visión de patrimonio integral. Entre el espacio rural y el urbano debe haber una mutua comprensión de sus necesidades y posibilidades de desarrollo y crecimiento equitativo sin perder de vista la protección del medio ambiente. De manera que en el delineamiento de las políticas de protección cultural y medioambiental se vuelve imprescindible una visión integral.
A nivel mundial, pocos países tienen una visión conjunta del patrimonio natural y cultural. Argentina, y Corrientes, no son la excepción. Esto se traduce en el trabajo de diversos organismos sobre diferentes aspectos de un territorio, la mayoría de las veces sin ninguna interacción. Catástrofes de esta magnitud nos obligan a pensar estrategias de trabajo conjunto, que tiendan puentes entre los diferentes organismos. Lamentablemente, ya se han vivido situaciones donde los desastres naturales arrasaron con las edificaciones, los bienes y a veces las vidas de sus pobladores, como por ejemplo el alud en la localidad de Volcán, Jujuy, en el año 2017, entre muchos otros. Quienes trabajamos en el patrimonio cultural debemos empezar a vincularnos a tareas de rescate de los bienes culturales en situaciones catastróficas y a formar redes de acción.
La naturaleza y sus ciclos (entre lluvias y sequias)
Los recientes incendios de estos humedales correntinos constituyen una tragedia medioambiental. La provincia de Corrientes ya lleva al 15 de febrero más de un mes con intensos incendios y más de 600.000 hectáreas en llamas, alrededor de un 7% de su territorio. Este número crece a razón de 20.000 hectáreas más por día.
Ardieron pastizales, bosques, palmares, humedales bajo estrés hídrico, plantaciones forestales e infraestructura rural, junto a la fauna que no pudo escapar. Las causas climatológicas se explican por la prolongación del fenómeno climático de La Niña, que desde el 2021 extiende una sequía de lluvias que ha provocado también la bajante histórica del río Paraná. Se debe sumar cierta falta de previsión y reacción de funcionarios, tantos locales como nacionales.
Toda la cuenca del Río de La Plata sufre las consecuencias de esta sequía que revela la vulnerabilidad de la región ante el cambio climático. Estudios sobre los mismos muestran que las proyecciones confirman que habrá una mayor repetición de estos fenómenos extremos por década (inundaciones y sequías).
Directa o indirectamente los seres humanos han llevado adelante actividades que de muy diversa índole que no tuvieron en cuenta las discusiones y las recomendaciones que desde hace más de 60 años se realizan sobre la necesidad de preservar el medio ambiente y los ecosistemas.
El gran desafío sería hacer comprender a los seres humanos que son un componente más de la naturaleza y que deben obrar en consecuencia fomentando el desarrollo sustentable y el respeto por el patrimonio natural y cultural.